Giudecca. Aquí el frío domina el cuerpo y el silencio es mortal; sólo se oye el respirar de Lucifer. Me acerco y su aliento, aunque huele a metano, es cálido. Veo en su garganta, a la altura de la campanilla, una puerta negra. En su boca el frío es el mismo que había sentido antes. La abro.
La luz me ciega y caigo. Es extraño: siento como si cayese pero me da la sensación de estar ascendiendo. Finalmente, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, veo dónde me encuentro. Columnas plateadas se yerguen orgullosas a mi alrededor, y más allá, la blancura. Camino dudoso hacia ella y la belleza que contemplo es tal que nunca la olvidaría: el Elíseo parte de mis pies.
¡Que maravilla, sentir amor y celos!
¡Y tener emociones de verdad!
domingo, 15 de mayo de 2011
domingo, 8 de mayo de 2011
Toda actitud es una pose. Una fachada que no escuda nada tras de sí, una moneda de una sola cara. Una fachada justificada por la ausencia que oculta. El llamado civismo es solo una excusa para ocultar las convenciones huecas que guían a las personas, una constante en la historia humana. Sin embargo en toda la historia nunca se ha negado de un modo tan pueril este hecho. Ahora la estética define el estatus según el criterio marcado por necesidades puramente económicas y sociales en un amasijo entrópico de subjetividad. Se trata de una búsqueda utópica y constante de la perfección estética, aplicada a unx mismx. Y como residuo de esta búsqueda solo queda la belleza, no como una representación perceptible a ojos ajenos, sino como hecho. Entonces la fachada se viene abajo y nace la ausencia. Títulos de crédito.
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