Se alimenta de moral. Las ilusiones se disuelven como azúcar en té. Mirada vacía, puro fuego en pupilas ajenas, el corazón es de piedra, el llanto se olvida. Ahora, superficial. Este circo ya no tiene payasos ni fieras, solo arena, no hay oxígeno que respirar ni dios que se merezca su culto. No es dueño de nada ni lo será nunca. No hay pecado en sus actos.
Monstruoso. Da miedo de verdad.
lunes, 10 de enero de 2011
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